- Marisel Rodríguez Solís
Secuestro: El beso más famoso de Costa Rica
El síndrome de Estocolmo es un término que fue utilizado por primera vez en Suecia en 1973, para describir un fenómeno paradójico de vinculación afectiva entre los rehenes y sus captores en el transcurso de un asalto a un banco en Estocolmo, Suecia. De ahí que este síndrome es comúnmente analizado en víctimas que han sido secuestradas o tomadas como en rehenes. Sin embargo, algunas personas pueden desarrollar esta afectación psicológica en respuesta algún trauma.

Durante 71 días, el país estuvo en vilo ante el rapto de una suiza y una alemana, cuando el 1 de enero de 1996 un comando armado de cinco nicaragüense irrumpió en un hotel de montaña ubicado en Boca Tapada de San Carlos y secuestró a dos mujeres, lo que desató una búsqueda y una negociación que atrapó la atención masiva del país.
La suiza Regula Susana Sigfried, de 50 años, y la alemana Nicola Fleuchaus, de 24, fueron, durante los primeros 71 días de ese año, las personas más buscadas de Costa Rica.

La policía llevó a cabo una intensa búsqueda, creando cercos en torno a las zonas donde se creía que los delincuentes y las europeas podían estar ocultos.
Finalmente, en la madrugada del 12 de marzo, Nicola y Susana fueron liberadas en Remolinitos de Sarapiquí por sus captores, luego de que al parecer familiares pagaron por su rescate. Por su parte los cuerpos policiales intensificaron la búsqueda del “Comando Viviana Gallardo” como se hacían llamar, cuyos miembros fueron capturados un mes más tarde.
En agosto, saldrían a la luz fotos de Nicola besándose con Julio César Vega, líder de los secuestradores. Esta relación confundió a la policía, ya que en su momento se pensó que todo fue una alianza entre el comando y las extranjeras, más tarde se supo que todo apuntaba al llamado síndrome de Estocolmo.

El síndrome de Estocolmo fue utilizado por primera vez en Suecia en 1973 por el psiquiatra y criminólogo Nils Bejerot, para describir un fenómeno paradójico de vinculación afectiva entre los rehenes y sus captores en el transcurso del asalto bancario ocurrido en la capital de ese país europeo. Posteriormente, el psiquiatra estadounidense Frank Ochberg, lo describió para el FBI y Policía Metropolitana de Londres de la siguiente manera: "Cuando una persona normal es secuestrada por un delincuente que tiene el poder de matarla, en cuestión de horas, el rehén tiene una especie de regresión a emociones infantiles: no puede comer, hablar, ir al baño sin permiso. Hacerlo es un riesgo, así que acepta que su captor es quien le da la vida, como lo hizo su madre”.
Actualmente este síndrome se analiza como un trastorno psicológico temporal, dado que provoca en la persona que lo desarrollan un malestar o riesgo clínicamente significativos para la salud física y psicológica. Los síntomas más comunes, es que la víctima desarrolla sentimientos positivos hacia su captor o agresor, al mismo tiempo tiende a experimentar emociones negativas hacia la policía o cualquier persona que trata de brindarle ayuda.

Se han realizado diversos esfuerzos por explicar, caracterizar y describir el síndrome de Estocolmo. La mayor parte de estudios coinciden en que el término describe el vínculo positivo que una víctima cautiva desarrolla hacia su captor, un proceso de “identificación con el agresor”, considerándose como una respuesta emocional automática, a menudo inconsciente, al trauma de la victimización, y un apego emocional de la víctima hacia a su captor. (Gordon, 2005)
Para la psicóloga forense Yesenia Murillo Picado, integrante del Equipo Táctico de Negociación (ENTAC) del Organismo de Investigación Judicial (OIJ): “el síndrome de Estocolmo es un estado psicológico inconsciente, es decir, es una respuesta psicológica al trauma en la cual las víctimas pueden llegar a simpatizar o compenetrarse con los agresores, con el paso del tiempo (días, meses, años). Esta forma de actuar, es contraria a lo esperado, es decir, tener miedo o terror hacia sus captores. Sin embargo, esta paradoja no ocurre en todas las personas que han sido víctimas de secuestro o en rehenes, no obstante, aún no hay claridad porque en algunas personas la desarrollan y en otras no”.
Además, la profesional agrega, que este síndrome se da como un mecanismo de afrontamiento, en el cual la persona que lo presenta, desarrolla una conexión emocional y psicológica con las personas que las han mantenido en cautiverio, como podrían ser las víctimas de secuestro y las que han sido tomadas como rehenes. Es decir, es una forma de supervivencia, en el cual la víctima cree en algún momento que comparte mismos objetivos e interés con su captor, es decir, es una forma que la víctima utiliza para enfrentar el trauma provocado por la situación aterradora que en la mayoría de los casos se caracteriza por eventos de abuso o maltrato, físico, psicológico y emocional vivido.

Durante el proceso de captura, existe una clásica respuesta de “lavado de cerebro” en la relación de tipo social rehén-captor, donde se involucra el control de la mente a través de una inducción de terror extremo a las víctimas para hacerlos indefensos, impotentes y totalmente sumisos, para quienes la necesidad por sobrevivir es más fuerte que el impulso de odiar a su agresor. (Strentz, 1980)
“Si bien, este síndrome es conocido mundialmente, no se ubica como tal en los manuales diagnósticos de los trastornos mentales. Hay que analizarlo como una estrategia de afrontamiento, y que también, se puede desarrollar en algunas personas que han sido abusadas, debido a que algunos síntomas que presenta una víctima que estuvo en cautiverio, los podría presentar alguien que haya sufrido abuso reiterado por persona”, mencionó Murillo.
Lo anterior, porque se ha determinado que algunas personas abusadas sexual, física o emocionalmente, durante un tiempo prolongado han desarrollado vínculos emocionales positivos con la persona abusadora, ya los agresores también pueden mostrar amabilidad, interés o bondad en algún momento por sus víctimas, acciones que podrían generar sentimientos positivos por algunas víctimas.
Síndrome de Estocolmo en la violencia doméstica
Un alto número de mujeres víctimas de violencia de género vuelve a la relación tras la separación. Este es uno de los problemas, más frecuentes, al realizar la atención, contención y brindar apoyo a las mujeres víctimas de violencia, ya que es un proceso, que, frente a los ojos de los inexpertos, les hace pensar que la víctima “justifica” o “le gusta”, “le falta valor” para romper su situación de violencia; sin percibir que esta está viviendo el Síndrome de Adaptación Paradójico a la Violencia Doméstica, muy relacionada al Síndrome de Estocolmo.
Cada hora se registra un caso de violencia intrafamiliar en nuestro país, que es reportado ante el Ministerio de Salud, y datos del Observatorio de Género del Poder Judicial, indican que un promedio de 136 personas al día acude a los juzgados para solicitar medidas de protección.

A menudo, la relación sentimental o amorosa empieza antes de que el abusador muestre su agresividad. Y poco a poco se va convirtiendo en una relación “tóxica” en la cual la persona que recibe la hostilidad, queda atrapada, pues a pesar de que existan muchos abusos, prevalece el sentimiento afectivo que convierte la situación en un círculo vicioso difícil de romper; es acá donde hablamos del Síndrome de Adaptación Paradójica a la Violencia Doméstica, que se define como un conjunto de procesos psicológicos que, por medio de la respuesta cognitiva, conductual y fisiológico-emocional culmina en el desarrollo de un vínculo interpersonal de protección entre la víctima y el agresor" (Montero, 2001), es decir, la mujer crea un vínculo afectivo con su agresor que impide que abandone o denunciarle.
La incapacidad observada en mujeres víctimas de violencia de género para la ruptura del vínculo afectivo tras la separación del maltratador, no facilita la incorporación plena a su nuevo contexto sociopersonal de independencia, y puede situar a la mujer víctima dentro de un cuadro personal de incertidumbre ante su vida autónoma. Las consecuencias de los efectos de la culpabilidad, sensación de indefensión y de reacciones relacionadas con la angustia e infravaloración autopercibida encontradas en víctimas del maltrato se convierten en estados emocionales subyacentes por la dependencia al agresor, de etiología multicausal, y que repercuten en la toma de decisiones adecuadas para su bienestar tras el alejamiento de la pareja.
En muchos aspectos, es posible establecer un paralelismo muy claro entre la emergencia de vínculos paradójicos en experiencias de personas sometidas a secuestro y en mujeres que sufren violencia en la pareja a modo de un síndrome de adaptación paradójica a la violencia doméstica. (Montero, 2001)
Según la psicóloga de ENTAC del OIJ, “en casos de relaciones sentimentales, hay que recordar que estas empiezas con muestras de afecto, regalos y cariño, antes que la persona ofensora muestre su agresividad, lo cual hace que poco a poco las víctimas se vean atrapadas en el ciclo de violencia doméstica, donde a pesar que hay abuso, también se desarrollan sentimientos de afecto positivo, siendo esto, precisamente por el comportamiento ambivalente (amor-odio) de la persona agresora, haciendo difícil de romper dicho ciclo”.

Diversos factores han contribuido a que los contornos del fenómeno se expongan a la luz pública, pero en muchas ocasiones el silencio de la víctima y la discreción, a pesar de observar el problema, de quienes le rodean, obstaculizan la búsqueda de soluciones. Entre los elementos que mantienen a la mujer en silencio sobre el maltrato que está sufriendo se encuentran diversos procesos paralizantes generados y mantenidos por el miedo, la percepción por la víctima de una ausencia de vías de salida de la situación de tortura, y la carencia de recursos alternativos.
En muchos casos puede observarse que tanto mujeres de perfil social considerado más independiente como aquellas otras de dependencia más ligada a un núcleo familiar del tipo que sea, comparten la reacción paradójica de desarrollar un vínculo afectivo gradualmente más fuerte con sus agresores, llegando al punto de asumir las excusas usadas por el agresor tras cada hecho violento y de aceptar sus arrepentimientos, retirar denuncias policiales cuando han tenido un momento de lucidez y las han presentado, o detener procesos judiciales en marcha al declarar a favor de sus agresores antes de que sean condenados.
“De ahí que, con el tiempo, los sentimientos, emociones y la forma como perciben los efectos traumáticos, se sesguen, incluso podrían llegar a establecer cierta complicidad con la persona agresora. Sin embargo, no se puede decir que todas las personas víctimas de violencia doméstica, presente características de este síndrome, por lo que se debe de analizar cada caso en particular”, agregó la psicóloga Yesenia Murillo Picado.

En muchos aspectos, es posible establecer un paralelismo muy claro entre la emergencia de vínculos paradójicos en experiencias de personas sometidas a secuestro y en mujeres que sufren violencia en la intimidad, a modo de un Síndrome de Adaptación Paradójica a la Violencia Doméstica.
Igual que las personas en períodos prolongados de aislamiento durante un secuestro, las mujeres maltratadas sufren una exposición constante al miedo que provoca la agresión física continuada en su espacio íntimo.
Porque existe un lazo o nexo sentimental, previo a la violencia. También el factor de ilusión, en donde se crean planes y proyectos de vida en común. El origen de este síndrome se desarrolla en la malinterpretación de la ausencia de violencia (cualquier tipo) como un acto de amor/humanidad por parte del agresor.
El silencio es el mejor aliado de los agresores, por ello hablar y buscar redes de apoyo es el primer paso para ponerse a salvo y salir de una relación de este tipo. La violencia nunca debe ser vista como algo normal.
Bibliografía:
Alvarado, A. (06 de marzo del 2023). “Salud registró un caso de violencia intrafamiliar cada hora en lo que va del año”. Monumental. https://www.monumental.co.cr/2023/03/06/salud-registro-un-caso-de-violencia-intrafamiliar-cada-hora-en-lo-que-va-del-ano/
Colombari, S. (08 de marzo del 2021). “Boca Tapada: el país entero como rehén”. Teletica https://www.teletica.com/reportajes/boca-tapada-el-pais-entero-como-rehen_281289
Gordon, A. (2005). Terrorism as an academic subject after 9/11: Searching the Internet reveals a Stockholm syndrome trend. Studies in Conflict & TerrorismGarrido, V., Stangeland, P. & Redondo, S. (2006). Principios de criminología (3era edic). Valencia: Tirant lo Blanch.
Montero, A. (2001). Síndrome de adaptación paradójica a la violencia doméstica: una propuesta teórica. Clínica y Salud, Madrid.
Rizo, L. (2018). El síndrome de Estocolmo: una revisión sistemática. Jalisco. Universidad de Guadalajara
Sibaja, D. (26 de abril del 2022). “Cinco víctimas por hora piden medidas de protección en Costa Rica”. teletica.com. https://www.teletica.com/calle-7/cinco-víctimas-por-hora-piden-medidas-de-proteccion-en-costa-rica_333645
Strentz, T. (1980). The Stockholm syndrome: Law enforcement policy and ego defenses of the hostage. Annals of the New York Academy of Sciences.