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  • Dra. Larisa Escalante Cháves

Asesino en Serie


Por: Máster Carmen Zeledón Grande y Dra. Larisa Escalante Cháves.


“Un hombre que aparentemente tiene control de sí mismo y se desenvuelve con aparente normalidad en sociedad, puede ser un cazador letal de seres humanos”. Robert Ressler.



El homicidio serial no es un fenómeno que compromete a una población, ni a una época histórica determinada; Caligula, Gilles de Rais, Jack El Destripador, Chikatilo, Jeffry Dahmer, Ted Bundy y Anders Breivik, entre muchos otros, nos ubican en distintas épocas y lugares alrededor del mundo.

En los escenarios de las Guerras Mundiales muchas y muchos de estos homicidas múltiples aprovecharon el ambiente de muerte para llevar a cabo sus crímenes. En la Segunda Guerra Mundial, Marcel Petiot asesinó a 63 hombres y mujeres judías, les inoculaba Estricnina y observaba sus agonías por el cerrojo de la puerta, mientras disfrutaba del placer que esto le generaba, y se adjudicaba las finanzas de sus víctimas.

A lo largo de la historia se han documentado casos tan atroces y perversos como éste, cuerpos han sido hallados mutilados, desmembrados, violados, asfixiados y torturados; algunas de estas víctimas se entrelazan por la semejanza en sus características físicas, por sus rangos de edades, por las zonas territoriales en que fueron hallados sus cuerpos, o por las lesiones físicas que les infringieron. Todos estos datos brindan información, que ayudan a identificar el patrón de comportamiento de sus agresores.


En nuestro país


En el año 1996 cuando en nuestro país se hablaba del caso del “Psicópata”, para la mayoría de la población, incluso quienes transmitían dicha información al público, construíamos en torno a mitos creados por nuestra imaginación, o con base en personajes de libros o de películas como “Psicosis”; la personalidad y el funcionamiento de la mente de este sujeto. Las opiniones fueron múltiples, en torno a ese tipo de crimen lleno de brutalidad.

En el Poder Judicial, se llevó a cabo la investigación, fue necesario realizar una exhaustiva indagación de todos los indicios y datos recolectados, se conformó un grupo de investigadoras e investigadores, que además de contar con la experiencia en investigaciones criminales complejas, se dieron a la tarea de prepararse sobre el tema con las y los mejores especialistas en Estado Unidos, y este conocimiento ayudó de manera más objetiva a establecer las características de personalidad y de comportamiento que ofrecía un posible perfil de esta o este homicida serial, posteriormente continuo en el caso.

Alrededor del mundo, se han realizado investigaciones en busca de respuestas a muchas interrogantes sobre este tema, entre ellas, ¿nacen o se hacen?, ¿cómo podemos identificarlos? y si, ¿es efectiva su rehabilitación? Aunque hoy en día, muchas de esas respuestas han llegado a debate y controversia, los avances en la investigación en estos casos nos han ayudado a delimitar y comprender la personalidad de estas personas asesinas, a poder establecer métodos de investigación criminal más efectivos y elaborar perfiles más funcionales para las indagaciones judiciales.



¿Qué es un asesino en serie?


Se dice que Robert Ressler, del FBI, fue el primero en utilizar el término de “Asesino en Serie”, publicado por primera vez por la prensa escrita norteamericana. Aunque se considera que no hay una única definición, se maneja que la persona homicida serial es aquella que ha cometido tres o más asesinatos en intervalos separados de tiempo. Sin embargo, se ha considerado que esta concepción se queda corta, ya que se ha descrito que homicidas han sido detenidos, en su primer acto, sin posibilidad de continuar con más asesinatos, pero mantienen ese deseo constante de matar. Por lo que es probable que si no se hubieran detenido, habrían acumulado más víctimas.

De acuerdo con Shlesinger, profesor de psicología forense de John Jay College of Criminal Justice, la o el asesino en serie sexual tiene como motivación de origen un contenido sexual, y consideran que en algunos casos esta dinámica sexual esta encubierta. Pero no necesariamente la motivación sexual impulsa a la persona a cometer tales homicidios.

Miguel Soria rescata de Holmes y Deburger, nosologías fundamentadas con base en distintas motivaciones que exponen los asesinos seriales; visionarios, misionarios, hedonistas y el poder/control.


El visionario:


Es así como se indica que en los asesinos visionarios subyace una enfermedad mental, como la esquizofrenia, aunque estos casos en raras ocasiones ocurren. La persona puede escuchar voces que no existen, que le indican que es un enviado por los ángeles a la tierra y que la víctima es un demonio que tienen que matar, puede presentar otras ideas y alucinaciones similares; y esto podría llevarle a matar. La víctima de estos homicidas, según Holmes, “… suele ser una víctima de oportunidad y puede aparecer indicios de mutilación del cadáver, actos de necrofilia...” En estos casos las capacidades mentales bajo dichos estados psíquicos alterados son descritos en términos jurídicos, como abolidas si su accionar esta en relación con su delirio o alucinación.


El Misionario


Siguiendo con las nosologías, está el misionario que es motivado por la tarea que se impone, es decir, erradicar cierto grupo de personas con características similares, como los indigentes o las mujeres. No media en sus creencias las alucinaciones o delirios, es decir, enfermedad mental que altere su juicio y raciocinio. Así mismo, según retoma Soria, en estos casos la escena del crimen suele estar controlada y el cadáver no suele ser desplazado y escondido.


El hedonista


En el caso del homicida hedonista, estos sujetos establecen una relación entre la violencia y la gratificación sexual o emocional, la escena puede ser controlada, puede darse tortura, violación y la utilización de armas. Este tipo de homicidas los subdivide en tres grupos que se detallan.








Poder y control


Por último en este grupo, tenemos las y los homicidas seriales de poder/control que define al que obtiene su gratificación ante el dominio completo de la víctima, siente que controla la vida y muerte de esa persona. La utilización de sus manos o armas punzo cortantes son sus instrumentos y son escasos los casos con armas de fuego. “…La escena del crimen es controlada, con pocas evidencias forenses, y el cadáver se oculta en otro lado…”, según manifiesta el autor Keppel, en un documento brindando en la Maestría de Psicología Forense de la universidad Unibe.

Algunas de las clasificaciones hacen referencia a la movilidad de las y los asesinos en los espacios donde actúan. Siguiendo en esta línea, el autor nombra los asesinos sedentarios, que actúan en lugares fijos: generalmente viven cerca de la zona donde matan y dejan los cuerpos de sus víctimas. Están también los asesinos que se trasladan a diferentes zonas geográficas, en busca de sus víctimas y dejan los cuerpos en áreas alejadas.


El autor Louis B. Shlesinger rescató algunos de los criterios dados por Krafft.Ebbing, para establecer los componentes psicológicos entorno al homicidio sexual en serie. Otro autor, Shlesinger, en su artículo Homicidio en Serie, indica tres componentes psicológicos que están presentes en este tipo de crímenes; sadismo sexual, intensa fantasía y una compulsión para actuar la fantasía.

Estos elementos se encuentran entrelazados, pero sin la compulsión para llevar a cabo el acto, el crimen no sería cometido y permanecería solo en las fantasías de estos sujetos.


¿Por qué unos sí matan y otros no?


El primer homicidio de una o un asesino en serie realizado con éxito brindará mayor seguridad para realizar el siguiente homicidio, la persona incorporará más detalles en sus fantasías y mejorará los errores que se dieron en ese primer homicidio. Sus fantasías llegan a representarlas en la vida real, como un acto puesto en escena, donde ella o él es el actor principal que ejecuta cada escena fantaseada. Otras personas en cambio, se mantienen por años como soñadoras de escenas violentas, y nunca cometieron crímenes. Es por ello, que no se puede apostar una relación causa-efecto entre fantasía y asesinato. Entonces, la pregunta que emerge es; ¿por qué algunas personas desarrollan esas fantasías y las llevan al acto, y otras personas no lo hacen? Todavía se están buscando respuestas. Hay muchas investigaciones en el tema, algunas más fundamentadas que otras, pero no han llegado a ser concluyentes en el tema. Hazelwood y Douglas reportan que los casos de asesinos sexuales seriales que parecieran que actúan impulsivamente, en realidad elaboran sus actos de manera premeditada, ya que sus actos están relacionados con sus fantasías repetitivas. Schlesinger refiere, que se trata de una compulsión en la que deciden no resistirse.

Desde el punto de vista legal, puede considerarse que la persona homicida serial sabe qué es lo que está haciendo, puede controlar sus acciones porque puede escoger hacerlo para aliviar su estado de tensión o no hacerlo, siempre y cuando no este mediando en ella o él una enfermedad mental o los efectos del consumo de una droga psicoactiva que comprometan su estado mental.


Perfil Psicológico


Robert Ressler acuñó el término de “asesino en serie”, y por más de 20 años ayudó a agentes de investigación en todo el mundo a elaborar perfiles psicológicos de los asesinos seriales. Las actividades laborales de este perfilador se ubicaron en la Unidad de Ciencias del Comportamiento del FBI y colaboró con la Academia de Entrenamiento de Quantico, Virginia, entrenando a sus agentes, para que elaboraran perfiles de personas asesinas.

Ressler realizó múltiples entrevistas a asesinos seriales, la información recolectada le sirvió para comprender que existen patrones mentales y comportamentales característicos en cada uno de estos homicidas. Pensaba que la psicología daba un aporte fundamental para ayudar a entender el ¿cómo? y el ¿por qué?, de estos homicidios. En estos casos, es importante observar el lugar del crimen, el cómo están los cuerpos ubicados, el estado del cuerpo, rituales en la escena del crimen, las características de las lesiones físicas puede ser la base para elaborar el perfil.

Por ejemplo, si un cuerpo tiene su ropa bien puesta, se podría inferir que el asesino le ordenó que se vistiera a la víctima. Esto nos puede estar señalando que el asesino podría ser un sujeto con una capacidad mental para organizar sus acciones, controlar la situación y a los actores en ella.

Se podría pensarse que sin un perfil criminal, es más complicado tener idea del tipo de sujeto al que se busca, y la investigación tiene gran probabilidad de que se alargue en el tiempo.

Es importante, tener claro que la perfilación es una herramienta que recoge información para identificar no al asesino propiamente, sino un conjunto de características que describen al asesino.



La escena el crimen



Según Robert D. Keppel, lo que confirma que dos o más asesinatos estén vinculados a un mismo agresor u agresora no es el Modus operandi, sino la Firma. Agrega, que la metodología que se utiliza para establecer la Firma y el Modus operandi de una o un asesino en serie es la misma que se utiliza en la perfilación.

La primera vez que fue utilizada la palabra Modus Operandi, no tenía relación con los sistemas de justicia, ni con los métodos de investigación policial, estaba relacionada con el proceso de funcionamiento de las máquinas, como un sistema de entrada y de salida que produce un efecto dado; este mecanismo identificaba a la persona creadora de esa máquina.


Este concepto, posteriormente fue acuñado por el Alcalde L.W. Atcherley, quien diseñó diez categorías para determinar el Modus Operandi que sería utilizado en operaciones policiales en Gran Bretaña.

Se ha señalado que una o un homicida serial puede cambiar su Modus Operandi de un acto criminal a otro, ya sea para perfeccionar la manera en que opera en el asalto, o cambiar algunos elementos para hacer efectiva su huida y evadir a la policía, o por un cambio de herramientas por algún inconveniente ocurrido durante su comisión del hecho.

Se podrían entender entonces que, las variaciones en el Modus Operandi es la búsqueda de la efectividad de llevar a cabo el hecho, es reflejo del aprendizaje que va adquiriendo la o el agresor, de sus inconvenientes durante sus ataques pasados. Este perfeccionamiento en su conducta nos denota la funcionalidad de su capacidad cognitiva y ejecutiva, para analizar, planear, organizar y llevar a cabo el acto.

La Firma, conocida también como el sello personal o la tarjeta de presentación, se encuentra en el escenario de los crímenes. Es la expresión personal del asesino, se traduce como la materialización de sus fantasías. Ésta puede evolucionar en el tiempo, es decir, el ritual puede evolucionar, pero el tema se mantiene. Es por ello que se señala que a través de la Firma, se puede entrelazar a las víctimas y establecer un mismo homicida.

Para aclarar lo anterior, se expone el caso de Andrei Romanovich Chicatillo, nacido en Ucrania. Es conocido como el carnicero de Rostov, quien asesinó brutalmente a muchas mujeres y hombres jóvenes desde 1982 hasta 1990. El psiquiatra Alexander Bukhanovsky, fue el que se atrevió a perfilar dicho asesino serial, analizó los datos recolectados que brindaba la evidencia obtenida por el agente Viktor Burakov y su equipo de investigación. Estos datos reflejaron el sello personal del asesino de estas víctimas: mordiscos, cortes, extirpaba órganos, deformaba con sus dientes de varias partes del cuerpo suponiendo actos de canibalismo. Las lesiones dejadas en los cuerpos de sus víctimas revelaban acciones que reflejan fantasías de poder y control de su agresor. Machacaba en algunas de sus víctimas sus caras, se plantea la hipótesis de la necesidad interna del asesino de borrar la humanidad de la víctima. A su vez, podría inferirse que veía reflejada en ellas, su propia imagen, la destrucción de su rostro implicaba el no reconocerse, y hace suponer una autoestima extremadamente disminuida y fuertes sentimientos de inadecuación (datos recopilados de un trabajo realizado para un curso de la universidad. Nov 2004. Msc. Zeledón Grande).

Así, puede señalarse que cada huella dejada en el lugar del crimen, remite de manera simbólica a las fantasías y las características psicológicas de homicida, y se repiten en cada de sus muertes, con más daño físico o nuevos cortes en sus cuerpos, pero se mantiene un patrón comportamental único, que se materializa en el escenario, a través de la evidencia recolectada.

En estos casos, el trabajo minucioso del médico forense es consignar cada una de estas lesiones, ya que no sólo la causa del fallecimiento es trascendental. Los exámenes de laboratorio en busca de indicios en los cuerpos o escenarios, así como el trabajo conjunto del equipo de los investigadores, ayudan a brindar información que orienta la investigación y la agiliza.

En razón del análisis de las escenas, el FBI ha utilizado una clasificación entorno a la escena del crimen, basada en el grado de organización de los elementos en ella.

Indudablemente, las categorizaciones o nosologías no son para enmarcar a las personas, estigmatizarlas o etiquetarlas. Hay que tener en claro que son instrumento de trabajo, que organiza y orienta un proceso de investigación, con el claro entendido que todos y todas son distintos(as), humanamente hablando, por lo que hay características psicológicas particulares, únicas en cada sujeto y que va más allá de una clasificación.


Tipos de escena del crimen


En razón del análisis de las escenas, el FBI ha utilizado una clasificación entorno a la escena del crimen, basada en el grado de organización de los elementos en ella. Soria, las retoma y las expone de la siguiente manera:

ESCENA DEL CRIMEN DESORGANIZADA

ESCENA DEL CRIMEN ORGANIZADA

Agresión espontánea: Se da una situación que provoca en el agresor la conducta explosiva.

Agresión planificada: Hay indicios de que la agresión fue preparada y analizada con antelación.

Víctima conocida: Hay un conocimiento previo de la víctima.

Autoría desconocida: No hay relación anterior entre víctima y agresor.

Despersonalización de la víctima: La víctima es humillada y es tratada como un objeto.

Personalización de la víctima: La persona no se degrada, ni humilla, ni se convierte en objeto.

Conversación mínima: Es escasa la conversación del agresor.

Conversación controlada: Se da la conversación sin mediar elementos de impulsividad.

Escena del crimen caótica: En la escena se encuentran los elementos desordenados y que pueden evidenciar lucha.

Escena del crimen controlada: Los elementos en la escena están ordenados, puede darse el movimiento de elementos en la escena de manera intencional.

Violencia repentina: La conducta violenta se da de forma repentina y abrupta.

Víctima sumisa: La víctima obedece al agresor sin presentar clara resistencia.

Ausencia de restricción: No se moviliza a la víctima.

Uso de la restricción: El agresor utiliza métodos e instrumentos para inmovilizar a su víctima.

Sexo después de la muerte: Puede ser para denigrar a la víctima.

Actos agresivos: Hay actos agresivos por parte del agresor que guardan un valor simbólico.

No hay movimiento del cuerpo: El cuerpo suele permanecer en el lugar donde fue asesinado.

Movimiento del cuerpo: Es desplazada la víctima o su cadáver.

Arma en la escena del crimen: El agresor no tiene interés por el arma.

Recogida del arma: El agresor se lleva el arma utilizada, ya sea porque tiene un valor simbólico para él o esconde la evidencia.

Evidencia física: El agresor no tiene interés por los indicios dejados en la escena.

Escasez de pruebas: Procura el agresor no dejar evidencia que lo incrimine.


Psicopatía.


El término tiene su aparición desde el siglo XVII, estudios de Cleckley hace referencia a personas incapaces de comprender su comportamiento en relación a otras personas. Kurt Schneider “llama psicópata a aquel sujeto que por las características anormales de su personalidad sufre o hace sufrir”. Al mismo tiempo establece diez tipos de psicópatas: depresivos, fríos de ánimo, asténico, necesitado de estima, fanático, inseguro de sí, lábil de humor, explosivo, hipertímico y abúlico.

Estudios de la psicopatía, realizados por Robert Hare, son los que se fundamentan con mayor peso científico; define a estos sujetos con personalidades socialmente escalofriantes, que se caracterizan por una constelación de componentes afectivos, interpersonales y del comportamiento que caracterizan una relación de vida consigo mismo y con lo que le rodea, de manera muy peculiar. Son personas que se pueden encontrar en toda raza, cultura, sociedad y clase social. Hare las describe como encantadoras, su autogratificación es a expensas de otras personas, racionales, insensibles, sin remordimiento, en total carencia de empatía por el dolor ajeno y de ausentes relaciones afectivas genuinas con las y los demás.

Algunos asesinos seriales presentan estos rasgos psicopáticos, cometen sus actos con una racionalidad calculadora, con una escalofriante insensibilidad y una conducta incompresiblemente amoral. Las y los asesinos psicopáticos sin embargo, “no están locos”, legalmente hablando. “A diferencia de los psicóticos, los psicópatas son racionales y se dan cuenta de lo que hacen y por qué. Su conducta es el resultado de una elección libremente ejercida”.

Hare expone que la mayoría de los psicópatas no asesinan, pero que, aquellos que matan, ejecutan sus homicidios de una manera brutal y llamativa.

Según Ostrosky, “no todos los psicópatas caen en la delincuencia y la criminalidad, es un hecho, cuando sí sucede, se distinguen del resto de los criminales porque su comportamiento tiene un carácter terriblemente predador: ven a los demás como presas emocionales, físicas y económicas”.


Neurología, genética y psicopatía.


Se ha intentado buscar explicaciones sobre la génesis y el funcionamiento de las conductas psicopáticas de los homicidas seriales. Robert D. Hare menciona que “La tesis que yo defiendo es que la psicopatía surge de una compleja y poco entendida interacción entre diferentes factores biológicos y fuerzas sociales”.

El autor del libro “El psicópata adentro” (The Psycopath Inside), James Fallon neurocientífico, ha dedicado parte de su vida profesional a comprender el cerebro de sujetos con conductas disruptivas tales como los asesinos en serie. Plantea la teoría (hipótesis) que deben de coincidir tres variables para crear el terreno para la conducta del asesino en serie:


a. Desequilibrio cerebral: el lóbulo frontal tiene entre sus funciones regular la conducta, es el encargado de establecer frenos inhibitorios, mientras que en los lóbulos temporales se encuentra una estructura conocida como la amígdala que está asociada a la respuesta de ira y miedo. Una baja actividad de la amígdala combinado con poca actividad de los lóbulos frontales va a provocar una mayor tendencia a la violencia con poca capacidad de control inhibitorio de la conducta.

b. Genes guerreros: los genes en conjunto son encargados de la producción proteínica, se han identificado un grupo de genes relacionados con el transporte y producción de serotonina que se asocian con una menor capacidad de controlar el enojo y una imposibilidad para sentir placer, esta combinación provocan a que un sujeto tienda a buscar emociones fuertes y no tenga la capacidad de apaciguar su enojo.

c. Maltrato en etapas muy tempranas de la vida: ahora se entiende que la o el infante en sus primeros meses es muy sensible al medio ambiente en que se desenvuelve, experiencias de agresión o abandono pueden provocar una tendencia a la conducta violenta en la vida adulta.


En general, Fallon considera que cuando estos tres factores se conjugan, puede existir la posibilidad de conductas disruptivas tales como el del asesino serial. No obstante, se debe tener mucho cuidado con este tipo de afirmaciones, pues los estudios clínicos llevados a cabo en personas asesinas seriales, corresponden a una muestra muy pequeña y los resultados no deben ser extrapolados a la población general, dicho en otras palabras, la gran mayoría de personas en que estas tres condiciones se combinan no son asesinos seriales, aunque si pueden tener una tendencia innata a la violencia y mal manejo de emociones tales como el enojo, pero esto automáticamente no les hace psicópatas.

Hormonas y conductas psicopáticas

Las hormonas son un paso intermedio entre la influencia genética y la ambiental, que también genera una acción directa sobre el cerebro.

Bajos niveles de cortisol y aumento en los niveles de testosterona pueden explicar la tendencia inadecuada en la toma de decisiones, pobre respuesta al estrés y al miedo y la tendencia a la agresión instrumentada, rasgos propios de la psicopatía que al mismo tiempo puede estar relacionado con la tendencia a una baja actividad cerebral en las áreas de la amígdala y la corteza orbitofrontal, hallazgo muy consistente en estudios de sujetos que han cometido asesinatos.

Respecto a las hormonas, existe la hipótesis que podría haber un efecto de agotamiento o “burnout” de la respuesta al estrés, producto del estrés crónico que puede ser generado por factores ambientales, al punto que se pierde la repuesta normal al estrés.


Algunos asesinos seriales conocidos


Ander Breivik:




Ander Breivik es un terrorista de extrema derecha en Noruega y es el autor de los ataques del 22 de julio de 2011 en ese país, donde murieron 77 personas.





Andrei Chikatilo:


Andrei Chikatilo es considerado el peor asesino de la Unión Soviética. Fue conocido como "El Carnicero de Rostov", el destripador rojo, el cual cometió asalto sexual, asesinato y mutilación de como mínimo 52 mujeres y niños entre 1978 y 1990 en la Russian SFSR, el Ukrainian SSR y el Uzbek SSR. Chikatilo confesó un total de 56 asesinatos y fue juzgado por 53 de éstos en Abril de 1992. Fue condenado y sentenciado por 52 muertes en Octubre de 1992, posteriormente fue ejecutado en Febrero de 1994. Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Andr%C3%A9i_Chikatilo


Jeffrey Dahmer:




Jeffrey Dahmer era apodado como El Carnicero de Milwaukee y fue un homicida en serie culpable de la muerte de 17 hombres y jóvenes entre los años 1978 y 1991.







Ted-Bundy:


Ted Bundy fue un asesino serial de mujeres. Las y los analistas que han estudiado su caso creen que el número de sus víctimas podría rondar las 100 mujeres, sin embargo, los números oficiales por los que se le encausó son 36.

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